Hola lindito:
Estoy apenada por la tristeza de la hermana, pero sé que siempre hay un bien mayor por venir. VisÃtale, que ella te oirá más a ti, que a mÃ.
Por otro lado, los últimos meses has sido de confusión, por decidir el siguiente paso y me ha llegado una respuesta interesante a través del Padre Vallés en su escrito titulado El viaje a Entepfuhl. Mejor copio lo que dice:
“’Las tortugas pueden decirnos más
acerca de los caminos
que las liebres.’
(Khalil Gibrán)
Porque van más despacio. Porque caminan cercanas al suelo. Porque sus ojillos curiosos oscilan al avanzar escudriñando el paisaje en detalle a ambos lados, y su memoria proverbial archiva bajo el caparazón fiel en cámara de seguridad los recuerdos ordenados de todo lo que vio. La liebre ni se enteró del camino. Aún está jadeando del esfuerzo. Solo sabe que llegó. Quizá ni siquiera sabe a dónde llegó. De poco nos va a servir preguntarle sobre los caminos de la vida. No los ha visto.
Lo importante no es llegar, es caminar. Disfrutar del camino. Saber en cada momento dónde estoy y estar allà en plenitud. En eso está el gozo, la espontaneidad, la vida. Llegar a una meta sólo sirve para tener que volver a ocuparse en decidir cuál va a ser la próxima meta. Preocupación entre dos esfuerzos. Y esfuerzo entre dos preocupaciones. Eso no es vivir.
La alegrÃa está en el caminar diario, paso a paso, paisaje a paisaje, sendero a sendero. Cada árbol es un encuentro y cada recodo una sorpresa. Cada paso es una experiencia irrepetible en su huella única, su avance firme, su contacto de un instante con el polvo de la tierra. Es el caminar lo que cuenta. Llegar es sólo el resultado del caminar.
Pessoa lleva a su última consecuencia un dicho de Carlyle y desacredita en consecuencia el empeño de conquistar metas: ‘Cualquier carretera’, ha dicho Carlyle, ‘hasta esta carretera de Entepfuhl, te lleva hasta el fin de mundo.’ Y sigue Pessoa: ‘Pero la carretera de Entepfuhl, si se la sigue toda, hasta el final, vuelve a Entepfuhl; de modo que el Entepfuhl, donde ya estábamos, es ese mismo fin del mundo que Ãbamos a buscar.’
Yo no saco la consecuencia de que hay que quedarse en Entepfuhl (aunque solo ese nombre tan exótico me hace sentir ganas de ir a conocerlo); sino que hay que librarse del anhelo de llegar al fin del mundo; y hay que recorrer los caminos que nos toque recorrer con pies alegres y mirada abierta, sabiendo que cada piedra del camino es el fin del mundo, como es también el principio. Cada ciudad es Entepfuhl.
Y queda la lección final. En la fábula antigua, la tortuga le gana la carrera a la liebre. Ya es el colmo. Disfruta más el camino y llega antes. Por eso será que las tortugas tienen larga vida. ”
Fuente:http://carlosvalles.com/nespanol/angeles.htm
Sà papito, eso es lo que se me olvida, que debo disfrutar del aquà y del ahora. La felicidad de estar con el amado, la alegrÃa de vivir en una ciudad de cuento, la maravilla de conocer a gente valiosa en mis clases, disfrutar del frÃo que hace ahora, dar gracias por todos los que me quieren, a los que quiero y a los que no me quieren, por las flores que me gustan, por los libros que leo, por mis dolores, por mis desalientos, en fin siempre hay algo bueno en todo.
Mi besito de buenas noches para ti, que el tuyo lo recibiré en el alma.
Marce