Agosto 2010
6 de September de 2010. Escrito por Marcela.Hola papá querido y extrañado:
Quiero contarte sobre lo maravillosas que fueron las vacaciones de agosto. Después de un largo tiempo, por fin pudimos tener unas vacaciones medio largas y eso hay que agradecerle con todo el corazón a la suegra. Su venida trajo un nuevo aire y muchÃsimas ganas de viajar y pensar en las cosas presentes futuras, pero sobre todo la maravilla del amor incondicional de la familia. Ella es una de las personas a las que admiro. Crió muy bien a sus hijos, sabe francés y ahora está estudiando derecho (está por demás decir que es una de las estudiantes más brillantes), además es pintora.
Pues bien, el gran encuentro fue en ParÃs. Es la tercera vez que estoy por allá, pero es una ciudad mágica a la que siempre se tiene deseos de volver. Esta vez además del Louvre visitamos el Museo de Orsay; yendo con una pintora se disfruta y se observa el arte desde otro ángulo. Obviamente como artista ella querÃa visitar Montmatre; yo ya conocÃa el Sagrado Corazón, pero no este lugar tan cercano a esta iglesia, de donde se inspira la canción La Bohemia“. La Bohemia es algo que de cierto modo todavÃa se puede vivir al entrar en uno de esos cafés donde seguramente varios de los artistas famosos que ahora conocemos lo hacÃan. Pasear por el Sena y ver uno de los sÃmbolos de ParÃs – la torre Eiffel- en la noche es algo que te roba los sentidos. Sin duda cada rincón de esta ciudad, su aire, sus cafés, su gente, es un todo que hace que sea lo que es y le queden a uno ganas de volver.
Luego fuimos a Viena y recordé mi visita hace 10 años a esta ciudad. Obviamente hicimos la visita obligada a la Catedral de San Esteban. Esta vez fuimos además al Palacio de Schönbrunn, conocido también por ser una de las residencias de la Princesa Sisi, prima de Luis II de Baviera. Los jardines, la construcción, las fuentes son muy bellos. Luego seguimos para Salzburgo; era la primera vez que iba; habÃa oÃdo decir que era una ciudad muy linda y asà es. Causó un efecto de nostalgia en alguien como yo que viene de los Andes, y es precisamente por esa combinación de paisaje de valle, montaña y rÃo. Aquà nació Mozart y aquà se filmó una de las pelÃculas que me gustan mucho, la Novicia rebelde. Ojalá pueda volver.
Después de Salzburgo fuimos a Hohenschwangau, un pueblito a dos horas de Múnich para visitar uno de los castillos más lindos del mundo, el Neuschwanstein . Ahora a los visitantes los dividen en tres grupos: uno de habla alemana, otro de inglesa y otro de todas las demás lenguas. Al inicio los visitantes recibimos una audio-guÃa en el idioma solicitado. La acompañante del grupo lo que hace es ir abriendo las puertas y activando el sensor para que nosotros podamos escuchar la descripción. No cabe duda que este tipo de tour “maximiza” el acceso a la información de los visitantes pero, por otro lado, le deja a uno la sensación de lejanÃa, de “virtualidad”. El rey que mandó a construir este y otros castillos de Baviera fue Luis II, que paradójicamente fue sacado del trono por dilapidar el dinero del estado en estas construcciones, acusándolo de demencia. Ahora se calcula según la revista Fokus que anualmente sólo este castillo recibe más de un millón de visitantes. HabrÃa que ver cuánto dinero ahora generan estas construcciones. De Hohenschwangau fuimos a Múnich. Qué linda es la Marienplatz y su reloj.
De Múnich viajamos a Hildesheim, donde la suegra conoció por fin nuestro castillo, je,je,je, y sus alrededores. Luego hicimos paseos hacia Wolfsburg, la ciudad que se creó para los trabajadores de la fábrica de autos Volkswagen. Allà está la Autostadt, la ciudad del automóvil. Es algo digno de verse, e incluso uno puede visitar una parte de la cadena de ensamblaje de los autos. Es increÃble ver como un parabrisas se monta en segundos. Claro que con ella no tuvimos tiempo de hacer este recorrido completo.
Hamburgo le gustó a mi suegra entre otras cosas por los cisnes que uno los puede casi tocar en los canales de la ciudad. Obviamente habÃa que visitar la renovada BerlÃn, pero antes pasamos por Potsdam, donde fuimos al Palacio de Sanssouci. Hanóver la ciudad de las exposiciones tiene unos hermosos jardines, que creo que a ella le encantaron.
Finalmente, para su regreso hicimos una parte de la ruta de los castillos, pero no por el Rin sino por el Mosela. Realmente es hermoso ver las campiñas con los viñedos y a cada lado del rÃo cada cierto tiempo un castillo. Uno de los más celebres de esta zona es el Eltz porque es un castillo del medievo que se mantiene intacto. Y en Fráncfort-Hahn nos despedimos. Debo dar gracias al marido por tan maravillosos recorridos y a la suegra por toda la energÃa y alegrÃa de vida que nos trajo.
Como ves padre del alma he pasado de viaje de vacaciones. Qué lindo fue y realmente fue muy merecido este alto de vida. Además, creo que algo precioso que puede dar uno a sus seres amados es el tiempo de compartir cosas y eso hizo mi marido con su madre.
Papá mio, M. tiene una teorÃa sobre los sueños, pero de eso te hablaré en otro post. Por ahora, toca retomar las cosas y soñar, soñar, soñar y hacer todo el esfuerzo para que se hagan realidad los sueños.
Un abrazo inmenso,
Marcela